Devuelta

Han pasado ya dos años desde mi último roce con la fibra más viva de mi ser.

Si, algo se muere cada vez, y algo se renueva.

Han pasado ya diez años desde mi primer momento de valentía al exponer mis vísceras aquí. Ya no puedo presumir de esa valentía; se me ha ido escapando y no sé como ir a buscarla.

Ha tomado la forma de un pequeño risco al borde de un pozo poco profundo imposible de saltar.

Se ha convertido en gritos, llanto, golpes y miedo.

Ha perdido su origen y ha mutado a ser solo una llamarada, sin motivo de existir, y sin nada que quemar.

Más de un árbol me ha visto perder la dignidad, y he usado mi melena para trapear mi propio vómito.

La razón para escribir a este portal de mí
Es porque no logré escapar de él

Por pensar que buscaba tormento a través de la poesía, sin saber que la poesía era el alivio al tormento.

Y qué cliché, y qué trillado, auto-salvarse de un accidente que uno mismo provocó haciéndose de las maravillas de poder llorar en público y sangrar con las palabras y darse unos golpes metafisicos en la cara.

Todo para recordar que cuando quiero mostrar algo lo escondo.

Todo para volver a perder el mismo helado de barquilla por veintiséis años consecutivos hasta darme cuenta que nada nunca se perdió porque el helado realmente nunca existió.

Es el frío y el vacío de estar solo y escuchar la voz que mas te amó y la que mas te dañó susurrar cosas maravillosas y horribles sobre lo que eres y no eres, y deambular en la oscuridad buscando ese río caudaloso que suena como lo que me sale de la garganta cuando abro la boca.

Estoy corriendo hacia algo que nunca perdí, porque nunca lo tuve.

Me alegra que eso me trajera de vuelta aquí.

Deja un comentario